Perder el empleo significa perder la identidad. Para los Profesionales, en cargos de alta responsabilidad, la desvinculación suele ser desvatadora. La seguridad de tener un trabajo ya no volverá.


Tema complejo, nada nuevo que decir; basta con mirar día tras días las noticias; no sólo de nuestro País, sino también del mundo. No es necesario ir a los libros, ni leer nada, cada uno tendrá sus historias. Yo recuerdo una que me impactó. Estaba en una empresa, que tenía que tomar la decisión de reestructurar, no era para ganar más, sino que era hacerlo o todos quedaríamos sin trabajo. Se vivieron momentos de angustia, a veces con violencia en las palabras y otras hasta físicas, amenazas, … todo lo conocido, pero todo eso se olvida; lo que nunca me olvidaré es uno de esos empleados que había sido despedido, un día llega llorando y pide por favor que le dieran trabajo, … y agrega que la Señora lo había dejado apenas había perdido el trabajo. ¿Era mentira?, ¿Era teatro?, yo le creí. Su dignidad estaba por el suelo, o ya no estaba

En el video, le dice el «despertador»; a la persona que está siendo desafectada, que tiene una oportunidad, y que piense en sus hijos. Ese es el tema. ¿Cómo explicarle a los hijos que la realidad cambia, y que cambia abruptamente?

Esto que debe ser una realidad, de muchos, diariamente, no existe una política que busque dar protección a estos dramas privados. Porque no es una política darle un dinero a una persona por unos meses y en forma decreciente, un dinero que como en el video es para cierto tipo de empleados, una tomada de pelo. Es allí cuando no se ve la solidaridad; que es una burda mentira creernos solidarios; mientras esa persona tuvo su empleo bueno, sirvió a la sociedad consumiendo y aportando, pero cuando le llega la mala, queda solo. Y la oferta es que vaya a capacitarse a INEFOP, otra tomada de pelo para este tipo de gente.

Es más, hay programas hasta de salud, que tienen análisis gratis, tickets gratis, etc, para franjas de edad de jóvenes o de pasivos, pero de gente entre 46 y 60 años, no existe nada.

Igualmente es muy curioso nuestro comportamiento como sociedad; aprendí que el ahorro era fundamental, lo aprendí antes de abrazar la carrera de Contador, y luego lo entendí ya como profesional, pero hoy en día, los Bancos no le pagan a nadie intereses por depositar nuestros ahorros, si uno guarda dinero lo único que busca -hoy- es la custodia del mismo, pero no logra nada adicional. Eso fomenta el consumo, porque el dinero pierde su valor. Ahora, ¿en qué trata de invertir el uruguayo?, en inmuebles, con cuotas carísimas, con exigencias que realmente me sorprende que se vendan (y se venden); hay algo que no cierra, o no es cierto que existen tantos quincemilpesistas, o les venden los inmuebles a unos poquitos. 

Uno mira los canales americanos de televisión, y ve cómo reforman las viviendas, las arreglan, construyen, pero todo es con madera; con climas muchísimos más extremos que el nuestro, y en cambio aquí, todas nuestras viviendas son de hormigón, ladrillo, etc, pero no de madera. Hay algo que no está bien, yo supongo que siendo de madera, debería ser más barato. 

Lo mismo con las políticas de hipoteca, en casi todo el mundo, se hacen hipotecas a 50 años, aquí es raro que pasen los 20 años, eso implica cuotas muchísimos más altas, lo que hace perder calidad de vida, es comprar para quedarse encerrado entre cuatro paredes, porque no les da para otra cosa, o pagan la casa o van al cine. Nuevamente, algo no cierra, no cierra que cada fin de semana no se pueda circular en las rutas de tantos autos, los hoteles suben las tarifas porque están colmados, y entonces, ¿Qué tan cierto es que hay 700 mil quincemilpesistas?; para mi es claro que hay subdeclaración, porque sino no hay forma de que cierre y el cuento de que el 1% consume todo no es cierto. Podemos seguir viendo indicadores que no cierran, los precios en los supermercados, ¿Quién puede vivir con quince mil pesos por mes?, si en una ida al super, con tres o cuatro cositas ya son mil pesos, un pan cuesta $ 50 pesos, … ni hablar de los Colegios, y eso que están exonerados … y la salud!, que dicen que todos tenemos y que es más equitativo … vamos al médico y te da el remedio para un mes, y luego volver a repetir, y otra vez la orden, y si te manda un control, nuevamente pagar … no se vive con quincemil pesos.

A lo que voy, es que perder el trabajo en determinada edad, y en ciertos niveles de capacitación, es como un tornado en una familia, y no existen herramientas para enfrentarlo. Se puede decir: existe el despido; pero justamente dije todo lo anterior porque con el despido no podrá sostener la hipoteca de la casa, el colegio, la salud, el super, etc.

No tengo la solución, ni estoy reclamando que el Estado brinde trabajo cierto; lo que digo es que sería bueno, que así como hay sectores de la sociedad que por su fuerza de lobby obtienen 24 meses de seguro de paro, y no con el mínimo sino con sus sueldos originales, que eso se mantenga para los mayores (hoy existe para los mayores de 50 años un seguro por 12 meses), pero además el funcionamiento es perverso, no hay persona que no pueda verse afectada por el estres que genera el sistema actual del seguro de paro. Porque el peor escenario es cuando la empresa le dice que no lo necesitará más, lo manda al seguro y no le paga nada, porque juega con la angustia del tipo a que busque trabajo, si esa persona logra un trabajo, no tendrá que pagarle el despido, la persona sabiendo eso no busca nada, y espera a recibir ese dinero porque sabe que cualquier otro trabajo le pagará menos de lo que ganaba; eso debería cambiarse, debería sacarse la exigencia de ir a Inefop cuando la persona tenga determinado nivel de estudios, debería obligarse a los colegios a brindar becas instantáneas porque la sociedad también les exonera de impuestos, las tarifas públicas deberían reducirse, que las mutualistas les exoneren de tickets, análisis, que tengan acceso a un crédito sin intereses para reconvertirse, y que las empresas que tomen esas personas, se les exonere de aportes patronales por el mismo período en que estuvo en el subsidio por desempleo, etc. 

Preocupa la realidad actual de Uruguay, preocupa que crezcan los funcionarios públicos (eso significa menos flexibilidad ante la crisis, ya que esos funcionarios seguirán cobrando, lo que implica que los que tendrán que ajustarse serán los privados, de la forma que quiera llamarse, con aumentos de impuestos, con mayores tarifas, con mayor inflación, con cierre de empresas, pero todo se dará en el sector privado).

EL DESPIDO AFECTA DE MANERA INESPERADA A LOS PROFESIONALES

Jueves  09 de Abril de 2009

Cuando perder el empleo significa perder la identidad

Expertos opinan que cuanto más jerárquico es el puesto de quien se queda sin trabajo mayor puede ser el efecto desvastador de la pérdida. Muchos sienten verguenza.

Tal como están descubriendo muchos profesionales que han perdido su empleo, el escozor del despido a menudo es psicológico. “La forma en que uno imagina que reaccionará puede ser muy diferente a la realidad”, explicó Brendan Bruchell, sociólogo de la Universidad de Cambridge, especializado en el impacto que produce el desempleo. “La gente sueña con tener más tiempo libre, quizás odien a sus colegas o tengan esperanzas de conseguir un trabajo nuevo. Pero, cuando sucede, la desvinculación puede ser devastadora. Muchos no prevén lo importante que es el trabajo para su identidad”.

Cuanto más jerárquico es el puesto de la persona, más profunda es la sensación de no tener empleo. Rachelle Canter, psicóloga social de San Francisco que asesora a ejecutivos de altos cargos en empresas, señaló: “Para obtener una posición elevada dentro de una organización se requiere un alto nivel de compromiso y tiempo en la vida de los ejecutivos, por lo que cuando pierden su trabajo es casi inevitable que se sientan perdidos”.

Si el empleo implicaba mucha socialización, el despido puede significar la pérdida de no sólo la estructura diaria sino también la vida social.

“Los ejecutivos de alto nivel tienden a ser altamente críticos de su propio desempeño y definen su valor propio en base al trabajo”, contó Canter. “Si les quitas el empleo, su autoestima también desaparece”.

Belinda Walmsley de Joslin Rowe, una consultora de selección de personal para servicios financiero observó esos problemas entre el personal de ese sector. “Algunos están muy angustiados y avergonzados. Para muchos empleados jerárquicos es la primera vez que ellos experimentan un fracaso (aunque no lo sea). Pero se toman el despido en forma personal”.

Habitualmente se cree que los hombres sienten más la pérdida de identidad que las mujeres. Pese a la mayor igualdad en los lugares de trabajo, las ejecutivas siguen siendo las mayores responsables por las cuestiones familares y, por lo tanto, no tienden a identificarse tanto con su trabajo.

Sin embargo, aquellas que ocupan cargos de alta jerarquía y pierden su empleo muchas veces se cuestionan los sacrificios personales que han hecho porque “para lograr ese puesto elevado tuvieron que esforzarse más y renunciar a más cosas, cuenta Canter.

La sensación de vergüenza puede ser debilitante, según la profesora Binna Kandola. “La gente se esconde, evita el contacto ocular,” contó. Ese comportamiento es más común entre los hombres aseguró Nicholas Rose, terapeuta en Haswell, Martin and Rose, una clínica privada de Londres.

https://www.cronista.com/impresageneral/Cuando-perder-el-empleo-significa-perder-la-identidad-20090409-0041.html

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Robert J. Shiller: «La seguridad de tener un puesto de trabajo no va a volver»

El premio Nobel de Economía 2013 y profesor de Economía de la Universidad de Yale cree que «la Reserva Federal debe subir los tipos de interés para atajar la aparición de burbujas inmobiliarias y bursátiles»

ABC – ÁNGEL NAVARRETE JAVIER TAHIRI Madrid – 26/11/2015

Las pulsiones humanas corren por las venas de los vaivenes bursátiles. Arrebatos irracionales que a veces estallan en burbujas, como las que ha estudiado –y detectado– Robert Shiller (Detroit, 1946) desde hace años. Su habilidad para auscultar a los mercados se demostró en 1999, cuando previó la burbuja de las «puntocom», y en 2005, al avisar de la burbuja inmobiliaria que estallaría años después. En su opinión, la fórmula para atajar las subidas irracionales de los mercados es la información, un enfoque que le valió el Premio Nobel de Economía en 2013. Ahora publica en España una nueva edición de «Exuberancia irracional» (Ediciones Deusto), uno de sus libros más conocidos cuyo título repite la expresión que el antiguo presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, pronunció ante la subida de la Bolsa en pleno apogeo de las «puntocom».

–¿Cree que la Eurozona y la UE han superado la incertidumbre sobre su continuidad?

–Hace unos años la gran preocupación era la economía. Ahora el foco ha cambiado. Los eventos de las últimas semanas parecen un desafío a la unión de los países miembros. Primero la crisis de los refugiados y ahora los ataques de terroristas, que aumentan el temor de que haya yihadistas entre estos mismos refugiados. Estos temas son ahora la mayor debilidad de Europa. La Unión Europea ha sido una de las mejores ideas surgidas, una prueba de inspiración para el resto del planeta tras la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora hay una crisis de confianza en las instituciones comunitarias y esto afecta a todos los ámbitos en los últimos años.

–¿Cuál puede ser el impacto de los ataques de París en la economía?

–Hemos visto que la Bolsa ha subido, no creo que tenga un gran efecto. Tras el 11-S la economía norteamericana entró en recesión aunque no creo que fuera por los ataques. Hace unos días, Hollande dijo que esto era la guerra. En el pasado, la reacción de los mercados a las guerras ha sido impredecible. Por ejemplo, en la I Guerra Mundial los mercados se hundieron. Con la II Guerra Mundial, cuando Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania en 1939, la Bolsa subió.

–En su libro dedica un capítulo a la prensa, como uno de los factores que explican que se generen burbujas. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios?

Los medios tienden a sobrevalorar determinadas historias, las subidas históricas, las cotizaciones récord. Solo diré que estadísticamente, antes de que hubiera periódicos las burbujas especulativas no eran tan frecuentes (risas). Internet ha potenciado esto.

–En «Exuberancia irracional», usted describe el clima que había antes de cada burbuja financiera, ¿en qué momento estamos ahora?

–Ahora…es diferente (risas). En 1999, antes de la burbuja de las «puntocom» había un ambiente de euforia. En 2007 este optimismo exacerbado aumentó aún más. Sin embargo, en la actualidad la situación reinante es el «new normal». ¿Qué es el «new normal»? Un futuro con problemas relacionados con el desempleo y una gran preocupación sobre cómo será el futuro. Esto no existía antes.

–¿Esta nueva situación incluye un estancamiento en el crecimiento de Europa y Estados Unidos?

–Depende de lo que quiera decir con crecimiento. En la actualidad el PIB deja fuera una gran parte de la actividad económica e infravalora mejoras que se han dado en el bienestar de la población. Hay factores que hacen que nuestra vida sea mejor que no incluye el PIB, como las tecnologías de la información. Donde sí hay un peligro es al ver el futuro del empleo: no está mejorando tanto cómo nos gustaría. Esta situación se traslada a los mercados bursátiles y al inmobiliario. Es algo que hace temer acerca de las rentas de trabajo: la sensación de seguridad de tener un puesto de trabajo no va a volver. Pero la población sigue comprando acciones o metiéndose en una hipoteca, aunque estas estén sobrevaloradas.

–Esta situación está creando una mayor desigualdad? Puede haber personas que ahora ganan menos, temen quedarse atrás e invierten en Bolsa para intentar obtener una rentabilidad que compense la devaluación laboral.

–Es cierto que muchas personas les está pasando esto, sobre todo comprando casas. Deberían diversificar más, pero se sigue pensando que invertir en un hogar es algo más seguro. Y puede tener mayores riesgos. El otro día estuve en Londres y el precio del inmobiliario estaba totalmente disparado. España, sin ir más lejos, es uno de los países con un índice de propiedad inmobiliario más elevado del mundo.

–¿Con esta situación en los mercados internacionales qué debe hacer Yellen, subir o bajar tipos?

–Es un asunto complicado. Creo que lo más indicado sería subir tipos de interés ya. No estoy hablando de un gran alza, pero esto reduciría la especulación. En Estados Unidos la Bolsa se ha disparado por encima de lo que debería, y en el mercado inmobiliario también se están formando burbujas en ciertas zonas del país. Pero también es cierto que la agenda de la Reserva Federal debe atender a otros factores. La inflación continúa a un nivel muy bajo lo que alimenta a los partidarios de que sigan los tipos bajos. Por otro lado, la tasa de paro de Estados Unidos está tocando mínimos, el 5%. Y creo que el riesgo de burbujas debe atajarse y una subida de tipos lo haría. Los tipos de interés nunca han estado tan bajos. Esto es el «new normal».

-¿Cómo puede impactar el aumento de los tipos de interés en las economías emergentes, que ya han comenzado a desacelerarse?

–Yo creo que en parte esta subida de tipos de interés ya ha comenzado a descontarse en los países emergentes, con la retirada de estímulos, por lo que el impacto no será mucho mayor. Si suben, probablemente lo harán al 0,25%, que no es mucho, pero seguirán estando en un entorno bajo bastante tiempo. Eso perjudicará a las exportaciones norteamericanas. Por otro lado, los intereses de la deuda pública a largo plazo son excepcionalmente bajos. El comportamiento de los bancos centrales explica parcialmente esto, por las inyecciones de liquidez a través del Quantitative Easing de la Reserva Federal y ahora del BCE. Sin embargo, este «new normal» hace que todos den por hecho que los tipos seguirán bajos y los intereses, también.

http://www.abc.es/economia/abci-robert-shiller-seguridad-tener-puesto-trabajo-no-volver-201511262123_noticia.html?ref_m2w=

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