Sistema Previsional Chileno, en su gran mayoría, migraron al Sistema de Capitalización del Ahorro Previsional; no exige una Cantidad Mínima de años de aportes previsionales


Este artículo es del año 2006, pero es muy interesante; y más lo es el video que tiene 8 meses de antiguedad; pero si lo escuchan, los conceptos son muy similares al Uruguay. Sirve para ver otra visión, sin contaminación política del tema (política uruguaya).///

Sistema previsional chileno no exige una cantidad mínima de años de aportes

CHILE | LA RELACIÓN ENTRE CONTRIBUCIONES Y BENEFICIOS ES CLARAMENTE MÁS FAVORABLE PARA EL AFILIADO EN EL SISTEMA DE CUENTAS INDIVIDUALES

Habría que poner mayor énfasis para que los trabajadores independientes se sientan motivados a aportar a las AFP regularmente

La buena noticia es que el sistema de capitalización chileno tiene una afiliación de 7.4 millones de trabajadores, pero la mala noticia es que quienes cotizan todos los meses son sólo cuatro millones, sostuvo el economista Martín Costabal, ex ministro de Hacienda de Chile en los finales del período militar y actual integrante de la comisión técnica que designó la presidenta Michelle Bachelet para perfeccionar el régimen jubilatorio de ese país. A continuación se publica un resumen de la entrevista.

—¿Cómo evalúa el funcionamiento de la reforma de la seguridad social en Chile a veinticinco años de su puesta en vigencia?

—En este cuarto de siglo la reforma ha alcanzado logros importantes y valiosos desde el punto de vista macroeconómico, habiendo contribuido a que el PIB de Chile aumentase en el orden de medio punto anual adicional entre 1981 y 2001 como consecuencia de sus efectos sobre el mercado de trabajo, el ahorro y el mercado de capitales, según un estudio realizado por el economista Vittorio Corbo, actual presidente del Banco Central de Chile. En cambio, una de las críticas que le formularía a la reforma es que no se ha conseguido que los usuarios conozcan a fondo el funcionamiento del sistema y tengan un protagonismo en la operativa del mismo.

—¿Se han podido cumplir sus objetivos principales?

—Sí. Se puede afirmar que la reforma previsional ha aumentado la cobertura del sistema. En 1981, cuando comenzó a funcionar el régimen de capitalización del ahorro individual, los trabajadores afiliados a la seguridad social representaban el 52% del total de la población activa, mientras que hoy esa tasa alcanza al 67%. Asimismo, se ha logrado en parte reducir la evasión de los aportes a la seguridad social, incrementar el ahorro interno así como desarrollar el mercado de capitales, y mejorar las prestaciones a los jubilados.

—¿De qué forma ha incidido el sistema de ahorro individual en la expansión del mercado de capitales?

—Hay estimaciones que indican que el nuevo sistema ha tenido un fuerte impacto sobre el stock de ahorro de Chile, que creció un 12% con respecto al PIB durante estos veinticinco años. Ese aumento del ahorro ha contribuido a impulsar el desarrollo del mercado de capitales, que ahora tiene tamaño, profundidad y sofisticación al contar con instrumentos muy variados como, por ejemplo, emisiones de instrumentos de deuda a más de veinte años de plazo, letras hipotecarias, operaciones a futuro, etc. La magnitud de este desarrollo es insospechado para un país emergente.

—¿Ha permitido la reforma disminuir el déficit estatal en el área de la seguridad social?

—Desde el punto de vista fiscal, todavía no hemos tenido un ejercicio con saldo positivo porque los trabajadores, en su gran mayoría, han migrado al sistema de capitalización del ahorro previsional y, por tanto, no cotizan en el sistema anterior que permanece en manos del Estado. Como la Hacienda Pública continúa pagando las pasividades a los jubilados del sistema de reparto y a quienes estaban próximos a jubilarse hace veinticinco años, ese costo de la transición ha significado un déficit permanente para las cuentas estatales. No obstante, se estima que a partir del año 2010 ese esfuerzo del fisco va a comenzar a disminuir por el fallecimiento acumulado de un número importante de los pensionados del antiguo sistema. Una vez terminada la transición, hacia mediados del presente siglo, el Estado va a gastar mucho menos de lo que hubiera gastado con el pilar de reparto. El gasto total en el sistema de pensiones, excluyendo a las Fuerzas Armadas que aún no han ingresado en el régimen de las cuentas individuales, ha venido aumentando, siendo hoy equivalente al 4% del PIB. Sin embargo, se estima que llegará a ser un 2% del producto al final de la transición, lo que es una cifra muy moderada si se la compara con lo que gastan otros países en seguridad social.

—¿Qué efectos ha tenido la reforma de la seguridad social en el empleo?

—Si bien no se puede estimar con exactitud el número de puestos de trabajo generados por la reforma, es evidente que se han creado más empleos porque los aportes que ahora hacen los trabajadores son más bajos que en el sistema anterior. Las cotizaciones previsionales, especialmente en el sistema anterior de reparto, tienden a funcionar como una especie de impuesto al trabajo. Por lo tanto, si las contribuciones a la seguridad social eran muy altas, se producía un freno al volumen de empleos en la economía. En la actualidad, se estima que las antiguas tasas de cotizaciones previsionales más elevadas podrían haber destruido medio millón de empleos.

—¿Cuál es la situación de las prestaciones del nuevo sistema comparadas con la del sistema solidario o de reparto?

—Resulta difícil hacer comparaciones precisas entre los montos de las pensiones del sistema anterior y los del actual porque el pilar de ahorro individual es muy flexible, ya que permite a los trabajadores acceder a una jubilación anticipada a pesar de que no hayan cumplido con la edad legal e incluso, en cierto casos, hacer un retiro extraordinario de parte del capital ahorrado al momento de su jubilación. A pesar de estas disposiciones, que bajan el promedio mensual de las prestaciones, las jubilaciones por cuentas individuales superan entre un 10% y 20% a las del sistema de reparto.

Otra de las ventajas del sistema de capitalización es su transparencia con respecto a los fondos que los trabajadores pueden retirar y el monto jubilatorio que se le liquida a cada afiliado. En cambio, una de las imperfecciones más notorias del sistema de reparto es que la fórmula de retiro se basa en los aportes de los últimos años, lo cual genera una distorsión ya que la mayoría de la gente cotiza alto a propósito en los años previos a su jubilación.

—¿Cuál es el actual porcentaje de la población de sesenta años y más que recibe una jubilación en Chile?

—Un 68% de la población de adultos mayores y ancianos está cubierta con pensiones hoy día. Cabe la precisión de que la mayoría de los jubilados actuales pertenece al antiguo sistema de reparto. Más interesante aún es que la encuesta de medición de ingresos de los hogares señala que el segmento de sesenta años y más de edad tiene el menor índice de pobreza. Sólo un 9% de la población de adultos mayores es pobre en comparación con la media de pobreza a nivel nacional que es de un 15%. Reconozco, sin embargo, que esa tasa no puede atribuirse sólo como fruto del sistema de capitalización ya que muchos ancianos que nunca hicieron aportes a la seguridad social están protegidos por una pensión asistencial del Estado.

Afiliación y aportes

—¿Cuántos afiliados tienen las administradoras de fondos de pensiones (AFP) chilenas?

—Cuentan con unos 7.4 millones de afiliados, lo que representa una cifra extraordinaria teniendo en cuenta que la población total de Chile es de 16 millones de habitantes. Este guarismo significa un 20% de exceso con respecto a la totalidad de la fuerza laboral chilena, cuya medición es variable según la disposición de un número importante de personas, sobre todo mujeres y jóvenes, a buscar empleo. La buena noticia es que el sistema tiene una alta afiliación, pero la mala noticia es que quienes cotizan regularmente todos los meses son sólo cuatro millones de trabajadores.

—Justamente una de las mayores críticas que ha recibido el sistema previsional de cuentas individuales es que deja afuera a una enorme masa de trabajadores. ¿Es válido ese reparo para el régimen pensionario de Chile?

—Este sistema no deja a nadie afuera. Todo trabajador, ya sea empleado o cuentapropista, puede afiliarse a una AFP. Si bien algunas personas se dejan estar y no cotizan, el régimen de aportación es en general muy atractivo porque quien fue trabajador dependiente durante diez años y se convierte en trabajador independiente mantiene su cuenta individual y, por tanto, tiene una base para continuar cotizando. Sobre esto hay beneficios adicionales que otorga el Estado como la garantía a percibir un complemento en sus ahorros suficiente para lograr una pensión mínima, que en la actualidad oscila entre el equivalente a U$S 165 y U$S 190 mensuales dependiendo de la edad del jubilado. Esta garantía está sujeta a que la persona acredite tener veinte años de aportes. El trabajador también puede cobrar una pensión en caso de invalidez durante su vida activa, o sus beneficiarios legales en caso de fallecimiento durante la misma. En ambos casos se requiere haber cotizado al menos diez años, o más de un 40% de los meses durante los últimos cinco años, o haber aportado el mes anterior en caso que la invalidez o muerte provenga de un accidente.

Jubilaciones

—¿Cuál es la edad mínima para jubilarse y cuál es el número de años de aportes a las cuentas individuales para generar una jubilación en Chile?

—Existe una diferencia de edad por género para tener derecho a la jubilación chilena. Los hombres se pueden jubilar a partir de los 65 años y las mujeres a los 60. Sin embargo, estas edades pueden anticiparse en caso de que la persona haya acumulado ahorros extras para financiar la no cotización y los montos que devengue de pensión en períodos previos al cumplimiento de esas edades mínimas legales. Además, a diferencia de otros países, nuestro sistema de capitalización no exige una cantidad mínima de años de aportes previsionales. La persona se jubila con el saldo de su cuenta individual que se reparte de acuerdo con sus expectativas de vida en el momento de cesar como trabajador activo. Como se indicó anteriormente, en caso de que su cuenta no llegue a generar el flujo mensual de una pensión mínima, el Estado contribuye con una cantidad suplementaria para que alcance ese mínimo, siempre y cuando el afiliado a una AFP haya cotizado durante veinte años. Si el trabajador no cotizó un total de veinte años, nunca va a perder lo ahorrado ya que puede retirarlo en mensualidades durante un cierto tiempo. Incluso si esa persona fallece, los ahorros de su cuenta individual se transmiten a los herederos.

—¿Qué ocurre con el derecho a una pensión mínima si el trabajador aportó durante diecinueve años y medio?

—En tal caso, se plantea una importante carencia porque el trabajador pierde esa garantía. Como esa situación es bastante usual en trabajadores zafrales, sobre todo del sexo femenino, no hay un incentivo para que esas personas se preocupen por cotizar en los últimos años de su vida laboral. Por lo tanto, se está considerando la posibilidad de implantar una gradualidad en el otorgamiento de una garantía para la pensión mínima en las cuentas que registren menos de veinte años de cotizaciones.

Aspectos financieros

—¿Cómo podría calificarse el rendimiento de los fondos previsionales al cabo de veinticinco años de vigencia del sistema de capitalización del ahorro individual?

—La renta generada es extraordinariamente positiva. Como este período ha sido muy favorable ya que coincidió con el desarrollo acelerado de la economía chilena por efectos de la globalización, los tratados de libre comercio con varios países, etc., las inversiones realizadas por las AFP han tenido un alto rendimiento dada la fuerte valorización de las empresas nacionales. No obstante, se ha generado un debate a nivel local de cómo debe efectuarse en forma precisa la medición del promedio de la rentabilidad anual durante 1981-2005. En efecto, la inversión de los fondos de pensión en promedio ha rentado con mejores tasas en la primera época del sistema de capitalización, cuando las AFP contaban con pocos fondos, que en los últimos años, cuando disponen de un total de U$S 80.000 millones. Si se hace el cálculo año a año el promedio simple de la rentabilidad anual es de un 10% sobre la inflación. En cambio, si se ponderan las rentabilidades por los crecientes saldos acumulados en las cuentas de los trabajadores durante los veinticinco años de vigencia de la reforma, el retorno es de un 8% anual sobre la inflación. Si se deducen las comisiones que cobran las AFP de esas rentabilidades brutas de 10% y 8%, dependiendo de cómo se pondere, el retorno en pesos chilenos indexados de estas carteras, compuestas por acciones y, mayormente, instrumentos de renta fija, es de 8% y 7% respectivamente.

—¿Existen grandes diferencias si se mide el rendimiento de las AFP en pesos o en dólares?

—Si hacemos el cálculo en dólares de punta a punta del período 1981-2005, la rentabilidad anual bruta ponderada sería un 8.6% o sea 0.6 puntos porcentuales por encima de lo obtenido en pesos chilenos reajustados por inflación. Esta rentabilidad en dólares se ve perjudicada por una importante devaluación sufrida por el peso chileno en los primeros años del período indicado.

—¿Qué comisión cobran las AFP por sus servicios?

—Las comisiones varían según la administradora, pero en promedio son de un 2.5% de las rentas aportadas por el trabajador. Como el seguro para invalidez y muerte durante la vida activa del afiliado cuesta alrededor de 1% de la renta cotizada, la administradora queda con un saldo neto de 1.5% de las rentas cotizadas para sus gastos y utilidades.

—¿Considera que ese porcentaje es razonable?

—Un indicador es que el total de comisiones cobradas por encima de lo que cuesta el seguro representa sólo un 0,6% anual de los ahorros administrados, lo que no es alto para un administrador de fondos de terceros. Es más económico que lo que cobran generalmente los fondos mutuos con carteras comparables. La otra cara de la medalla es que con estas comisiones las administradoras obtienen utilidades que determinan rentabilidades superiores al 20% anual de sus patrimonios. Pero, a su vez, estos son muy pequeños, del orden de 1%, en relación a los patrimonios de los trabajadores que gestionan.

Portafolios de las AFP

—A su juicio, ¿qué participación deberían tener los títulos del Estado en los portafolios de las AFP?

—La legislación de Chile no exige que las AFP inviertan un porcentaje mínimo ni máximo de los fondos administrados en títulos del Estado. Por otra parte, si bien las tasas de riesgo de la deuda soberana de los Estados son más bajas que las de los títulos privados emitidos en esos mismos países, algunos Estados también suelen tener problemas para cumplir con sus obligaciones. Por lo tanto, creo que los fondos previsionales, sobre todo aquellos orientados a la inversión de los trabajadores más cercanos a la jubilación, deben destinar una parte importante de sus inversiones a la adquisición de bonos públicos diversificados de diferentes países. Actualmente, las AFP tienen invertido un 16.6% de los fondos de los trabajadores en bonos estatales ya sea del Banco Central o de la Tesorería de la República; un 29.7% en instituciones financieras privadas chilenas a través de depósitos a plazos, bonos bancarios, letras hipotecarias, etc.; un 23.9% en empresas chilenas, principalmente en acciones e instrumentos de renta fija; un 29.7% en inversiones en el exterior, que están prácticamente tocando su techo legal que es de 30%; y, finalmente, un 0.1% en otros bienes.

—¿Cómo se determina la calidad de la inversión que puedan hacer las AFP?

—La ley es muy específica en cuanto al tipo de instrumentos financieros en que las AFP pueden invertir. Por ejemplo, se establece claramente que deben ser acciones de sociedades anónimas que coticen en la Bolsa. Además, funciona una Comisión Calificadora de Riesgo, integrada con representantes del sector público y del sector privado, que determina qué instrumentos financieros son aceptables. Por otra parte, un ente estatal, la Superintendencia de las Administradoras de Fondos de Pensiones, está facultado para fiscalizar las operaciones e inversiones de las AFP.

—¿Siempre coinciden las decisiones que toman las AFP en el manejo de las inversiones con los intereses de los afiliados?

—Las administradoras tienden a actuar en sus inversiones hacia el mejor interés de sus afiliados por tres motivos bien claros. El primero, que es de carácter comercial, se refiere a los efectos de lo actuado por la administradora, porque la rentabilidad de los fondos de pensiones se publica en los medios de comunicación y el público toma este indicador muy en cuenta a la hora de elegir una AFP. El segundo motivo radica en una rentabilidad mínima de los fondos previsionales determinada por una banda de tolerancia, que tiene cómo límites el promedio de la renta de todos los fondos administrados por las AFP menos un cierto porcentaje. En caso de no cumplirse con ese mínimo de rentabilidad, la administradora en cuestión debe compensar las cuentas de sus ahorristas con recursos propios. Para hacer frente a esta contingencia, cada una de las AFP está obligada por ley a mantener una reserva financiada con sus propios recursos, equivalente al 1% de los fondos administrados, que deberá estar invertida con la misma composición de cartera que el fondo de pensión administrado. Esta forma de inversión determina el tercer motivo de interés de la administradora por una buena rentabilidad de las inversiones que selecciona para sus afiliados. De esto último se desprende que las utilidades de los administradores de las AFP no consisten sólo en las comisiones que cobran por su gestión, sino que también son las rentas que obtienen por la inversión de esta reserva denominada «encaje», que está alineada con la rentabilidad de los fondos que administran.

Posibles reformas de segunda generación

¿Existe un proceso de concentración del mercado de fondos previsionales como se da en Uruguay, en donde una sola administradora tiene más del 60% de participación en el total de cuentas?

—Desde el momento en que se inició el sistema previsional de capitalización, Chile llegó a contar con veintitrés AFP. Con el paso del tiempo, la mayoría desapareció en procesos de fusión o compra, lo cual no afectó los derechos de los afiliados. Ese proceso de concentración está detenido desde hace más de cinco años. Hoy funcionan seis administradoras, teniendo la mayor una participación de menos del 40% del mercado.

—¿Cuáles son las reformas de segunda generación que deberían introducirse al régimen de capitalización de los fondos previsionales?

—En términos generales, se deberían adoptar medidas en tres ámbitos. Primero, habría que estimular la cobertura, sobre todo poniendo un énfasis especial en que los trabajadores independientes se sientan motivados para efectuar sus contribuciones regularmente. Existen mecanismos de coerción para lograr el cumplimiento de los aportes por parte de los afiliados, pero también hay mecanismos de incentivos. Por consiguiente, se debería diseñar un instrumento que sea una mezcla de elementos que estimulen esa cobertura y de elementos que exijan el cumplimiento de las cotizaciones, todo lo cual será para el beneficio futuro de los propios trabajadores.

Segundo, se tendría que pulir la regulación para estimular una mayor competencia entre los administradores del sistema porque hay quejas de los afiliados, quienes consideran que las comisiones que cobran las AFP por sus servicios son algo elevadas. En base a la experiencia recogida en estos veinticinco años, se pueden reformar las normas del sistema de modo que haya menores barreras para el ingreso de nuevos operadores y que así surjan nuevos grupos interesados en ofrecer servicios de administración previsional. Tercero, se podría innovar con la creación de diferentes actividades que fomentaran la cultura previsional que aún es muy incipiente.

Nadie propone suprimir las AFP en Chile

¿Hay algún movimiento social o algún partido político de cierta importancia en Chile que proponga la eliminación de las AFP y el retorno a un régimen de monopolio estatal de la seguridad social?

—Hay que distinguir tres niveles en el sistema previsional. Ellos son, primero, el nivel de ingresos mínimos y de la pensión mínima; segundo, la obligatoriedad adicional de que los trabajadores contribuyan por encima del nivel mínimo y hasta un cierto nivel de renta tope imponible, que en nuestro caso es del equivalente a unos U$S 2.000 por mes, a efectos de obtener una mejor jubilación más cercana a sus ingresos durante la vida activa que es lógicamente superior a la pensión mínima; y, tercero, un sistema voluntario de aportes para pensiones adicionales, que contempla ciertos beneficios tributarios para ese tipo de aportes. En la actualidad, ningún sector político de Chile se opone totalmente al sistema de capitalización de las cuentas individuales. La estrategia de oposición es más sutil. Los sectores de la extrema izquierda —entre ellos, los comunistas— proponen que rija exclusivamente un régimen de aportes voluntarios. A su vez, algunos representantes de la centro-izquierda parlamentaria manifiestan que las contribuciones al sistema de pensiones por encima del nivel mínimo deben tener combinaciones de capitalización, y algo de reparto, como lo era el sistema antiguo en su totalidad.

—En resumidas cuentas, ¿resulta el sistema de capitalización de las cuentas individuales más beneficioso para los trabajadores que el antiguo sistema solidario o de reparto?

—Hay dos elementos decisivos para dilucidar ese debate. La relación entre aportes y beneficios es claramente más favorable para el trabajador en el sistema de capitalización. También existe en este nuevo sistema una mayor flexibilidad en cuanto a la fecha de retiro del afiliado.

El País 26/06/2006

http://historico.elpais.com.uy/Suple/EconomiaYMercado/06/06/26/ecoymer_223477.asp

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