Hace tiempo que vengo hablando sobre lo mismo. Ayer una persona con quien almorzaba, justo me contaba de que en su viaje reciente a India, vió la pobreza más grande y las fortunas más imponentes; todo junto. Y que esa degradación social, es a lo que iremos los países Latinoamericanos. Yo le digo: No queda otra que acostumbrarnos. Y me dice: «No, yo no me resigno, algo se tiene que poder hacer». Me quedé pensando … quizás sí algo se pueda hacer. Desde aquí, para los poquitos que me leen, quizás pueda colaborar. Lo primero es que «nos marcan la agenda»; nos dicen qué debemos pensar, en qué debemos ocuparnos; y terminamos sin querer; haciendo lo que nos dicen. El artículo que sigue, parte de un ejemplo que en India obligarán a las empresas a donar un 2% de sus Utilidades, y lo trae a lo poco que se dona en nuestros lares y todo porque no hay suficientes incentivos fiscales.
Yo mismo he publicado en este blog (y lo pueden buscar por Categoría y/o Etiquetas), que aumentan las donaciones si hay incentivos fiscales. Está demostrado, es así. El tema es que no tendría que ser así, o sino que lo bauticen de otra forma. Una donación es una liberalidad, por lo tanto si es obligatoria, deja de ser Donación. La RSE, se supone que la empresa quiere colaborar con su entorno, crearse un perfil integrador; pero si para hacerlo requiere que se le pague (porque en definitiva una renuncia fiscal es que la sociedad le está pagando para que lo haga), deja de ser RSE; que no le llamen a algo una cosa que no es. Cuando se dice de crear o inculcar «valores a la sociedad», ese es un mensaje que distorsiona la realidad. ¿Qué moral se puede tener después criticar que se cambia la historia?. Por otra parte, todos, – por temor a quedar solos con nuestros pensamientos – terminamos creyéndonos o haciendo actos hipócritas para simplemente no quedar fuera de lo que se supone que está bien. El tema no es sólo pedirle a una empresa que done; ¿A quién va esa donación?, ¿Quiénes son los que la gestionan?, ¿Qué controles hay sobre esa gestión?. Todos esos aspectos – y más – no están ni cerca de ser solucionados. Entonces por favor, no nos dejemos invadir con modelos o dichos de gurúes que no son así. Hay una financiera en Uruguay, que su negocio es prestar dinero. No está mal, no es un pecado. Ahora, ¿Es lógico que esa financiera tenga una Fundación?. Algo no está bien; pero nadie lo dice.
Saludos, Darío Abilleira
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La «filantropía obligatoria»
de ANDRÉS OPPENHEIMER
Una nueva ley que entrará en vigencia este año en India exige que las corporaciones gasten al menos el 2% de sus beneficios netos en obras benéficas. ¿Sería ésta una buena idea para los países latinoamericanos?
Según la mayoría de los estudios, Latinoamérica es una de las regiones del mundo en la que las corporaciones y la gente rica contribuye menos a las obras filantrópicas.
En parte, esto se debe a que la mayoría de los países de la región no ofrecen incentivos impositivos a las corporaciones o a los ricos para que donen dinero, y existe la expectativa generalizada de que los gobiernos tienen la responsabilidad de ocuparse de los pobres, dicen los expertos. Además, muchos países latinoamericanos tienen universos impositivos relativamente pequeños, en los que las corporaciones pagan la mayor parte de los impuestos.
El recientemente publicado World Giving Index 2013, un ranking de la filantropía en 135 países del mundo, preparado por la Charities Aid Foundation, con sede en Londres, revela que la mayoría de los países latinoamericanos están en la mitad más baja de la lista.
El estudio, basado en encuestas Gallup que preguntaban a la gente de cada país por sus hábitos de donación, incluye a Gran Bretaña, Holanda, Canadá, Australia y Estados Unidos entre los países en los que la gente dona más dinero.
Pero con unas pocas excepciones -como Chile, que ocupa el puesto 18, Paraguay (el 25), Haití (el 30) y Uruguay (el 35)-, la mayoría de los países latinoamericanos están mucho más atrás. Brasil está en el puesto 72, México en el 75, Perú y Ecuador en el 80, Argentina en el 84, Venezuela en el 100 y El Salvador en el 110.
Mientras en Gran Bretaña el 76% de la gente y en Estados Unidos el 62% dicen que han donado dinero en el último año, en Brasil el porcentaje es tan solo el 23%, en México el 22%, en Perú el 21%, en Argentina el 20%, y en Venezuela del 14%, afirma el estudio.
India, donde según el World Giving Index 2013 sólo el 28% de los encuestados dijeron que habían hecho una donación en el último año, exigirá a las corporaciones a partir de abril que donen al menos el 2% de sus beneficios netos.
Según la nueva ley india de responsabilidad corporativa, las corporaciones de cierto tamaño serán sometidas a una regla de «cumpla o explique», que requiere que gasten al menos el 2% de sus beneficios en causas filantrópicas o tengan que explicar a las autoridades por qué no lo han hecho.
Según un estudio de la firma contable Ernst & Young, la ley afectará al menos a 2.500 empresas, y generará US$ 2.000 millones en donaciones.
En una entrevista telefónica, le pregunté a Ted Hart, director de CAF América, la filial estadounidense de la Charities Aid Foundation, si no sería una buena idea que los países latinoamericanos siguieran los pasos de India.
Hart dijo que no está muy entusiasmado con ley de India. Según me dijo, se hizo algo similar en Sudáfrica, y no funcionó muy bien, porque las empresas allí limitaron sus donaciones al porcentaje requerido legalmente. Con estímulos adecuados, las corporaciones podrían donar más del 2%, dijo.
«La experiencia filantrópica debería se estimulada, no exigida», me dijo Hart. «Cuando existe un requerimiento legal, tiende a funcionar como un techo».
Hart recomienda que los países ofrezcan reducciones impositivas a las corporaciones que hacen donaciones filantrópicas, y que los gobiernos establezcan estándares para que los donantes puedan saber cuáles fundaciones benéficas son legítimas y están bien administradas.
Además, los gobiernos deben estimular una cultura filantrópica, me dijo.
Mi opinión: Muchos gobiernos latinoamericanos no quieren ofrecer deducciones impositivas a las empresas que hagan donaciones benéficas, porque temen una reducción de la recaudación impositiva, y porque no quieren perder el monopolio de la ayuda.
El problema es que muchos de esos gobiernos malgastan gran parte del dinero de los impuestos en negocios corruptos y en subsidios con fines políticos.
Tal vez todos los gobiernos deberían ofrecer deducciones impositivas a las empresas que hagan donaciones a fundaciones benéficas legítimas, tal como ha empezado a hacer México. Y los gobiernos también deberían empezar a certificar que las fundaciones benéficas sean legítimas, para que los donantes puedan dar dinero a fundaciones que conocen las necesidades de sus comunidades mucho mejor que los políticos.
La base de datos del «Indice de donantes de América latina», publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo y la Fundación Avina, es un paso en esa dirección.
Si nada de todo esto funciona, tal vez habría que considerar la filantropía obligatoria. Será muy interesante observar cómo funciona la experiencia en India.
Publicado en el diario El País 18/01/2014 –
http://www.elpais.com.uy/opinion/filantropia-obligatoria-columna-opinion.html
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