HAN HECHO DENUNCIA PENAL
Fiestas privadas y sin control son un problema en todo el país, dice INAU
La directora de Espectáculos Públicos del INAU, Alejandra Pacheco, explicó a El País que el fenómeno de extiende y preocupa. «La responsabilidad es de los adultos», sostuvo.
Lunes jun 10 2013 15:13
Las fiestas en domicilios particulares donde se cobra entrada, se permite la entrada de adolescentes, se vende alcohol indiscriminadamente y no existen las más mínimas garantías de seguridad para los presentes son un problema cada vez más frecuente que se da en todos los departamentos del país, dijo a El País la directora de Espectáculos Públicos del INAU, Alejandra Pacheco.
La jerarca confirmó el alerta incluido en su último informe por el Defensor del Vecino, quien señaló el aumento de “fiestas privadas en casas presuntamente particulares donde se organizan eventos, bailes y movidas con cobro de entradas y convocatorias a través de redes sociales”.
Pacheco dijo que es una situación “problemática” que ocurre desde hace bastante tiempo y se registra en todo el país. “Nos preocupa mucho. Se trata de una nueva modalidad, propia de modos y estilos de vida de otros lugares”, dijo.
La jerarca dijo que la preocupación es compartida con ediles y diputados de todos los departamentos. “Esto es frecuente en Montevideo y Maldonado, pero también ocurre en Colonia, Soriano o Rivera, donde estamos trabajando con autoridades y organizaciones sociales para lograr un mayor control sobre estos eventos”, señaló.
Pacheco explicó que la Constitución impide ingresar a un domicilio particular en horas de la noche por lo que el INAU se limita a presentar una denuncia policial cuando constata que en una casa hay una fiesta con venta de entradas, ingreso de adolescentes y consumo de alcohol. “Hemos logrado persuadir algunos organizadores para que suspendieran el evento o cambiaran la fecha y lo hicieran cumpliendo todas las normativas. Pero eso ocurre con clubes sociales que tienen otra forma de actuar. En casas privadas es más difícil”, indicó.
Explicó un caso en el que una mujer organizaba en su vivienda fiestas con cobro de entrada e incluso entregaba pulseras para identificar a quienes habían abonado y permitirles salir y entrar, tal como ocurre en los boliches legalmente establecidos. “’Es mi casa y no pueden entrar’, nos dijo la mujer. Le explicamos sobre los riesgos de tener a 300 jóvenes en ese lugar y presentamos la denuncia. Es un problema. No hay control sobre el consumo de alcohol ni las conductas de los adolescentes. Tampoco medidas de seguridad, etc. En esto es fundamental la responsabilidad de los adultos que organizan estos eventos y de los padres de quienes concurren”, dijo.
Generalmente el INAU se entera a través de denuncias que realizan los vecinos por ruidos molestos, los competidores que se sienten afectados y los padres de los adolescentes. Pacheco dijo que el fenómeno también responde a la demanda que existe por parte de adolescentes de determinados eventos que los locales ya instalados no ofrecen.
Precisó que en Montevideo es común que dichas “fiestas” se organicen en casas particulares o vacías que se alquilan para tales efectos. “Con este tipo de modalidad vamos a tener niveles de riesgo e intoxicación que se habían logrado controlar”, lamentó.
http://www.elpais.com.uy/informacion/fiestas-privadas-nocturnas-inau-defensor-vecino.html
…///
Las intocables «casitas» de La Barra
ADOLESCENTES HACEN FIESTAS EN CASAS ALQUILADAS; INAU NO PUEDE ACCEDER
No son boliches, pero tienen hasta guardias de seguridad en la puerta. Las «casitas» de La Barra, viviendas alquiladas por adolescentes para hacer fiestas nocturnas, «están más profesionales que nunca» este verano, aseguran desde el INAU.
Punta del Este | Gastón Pérgola – El País 12/01/2014
«Ey, Ey, Guille, acaba de pasar la camioneta del INAU y el Municipio, todos juntos. Pararon ahí adelante. Métanse para adentro, vamos, vamos, dale, dale. Me hacen caso, carajo», dijo un hombre visiblemente alterado a un grupo de más de 20 adolescentes que, sobre una de las callecitas de tierra que se adentran en La Barra, tomaban alcohol y charlaban, el sábado a las 4 de la madrugada.
Ese señor alterado es quien oficia de guardia de seguridad contratado y Guillermo es uno de los «delegados» de la casa (o también llamada «casita») que está ubicada frente al tumulto de jóvenes, y de donde sale un combo de música y luces. Por si fuera poco, del balcón de la casa cuelga un cartel, de fondo blanco y letras negras, que dice: «XX». Y pegado a esta, hay otra «casita» de fiestas que bautizaron: «La Toscana».
«Le ponen hasta nombre y todo. Estamos claros que ofician como boliche, tienen hasta cartel y guardia de seguridad. El problema es que, en teoría, se trata de un lugar rentado para uso de vivienda. Entonces, no tenemos competencia allí. Sabemos que hasta venden alcohol y es posible que cobren entrada. Pero no podemos entrar a inspeccionar porque es una propiedad privada», se adelanta a explicar a El País una de las inspectoras que el sábado a la madrugada recorría la zona.
Minutos más tarde, esto quedaría comprobado en el diálogo que los inspectores del INAU mantuvieron con el guardia de seguridad y el joven Guillermo.
«Buenas noches, ¿en qué los podemos ayudar?, dijo el adolescente, saliendo al paso de los inspectores, con un vaso de plástico en la mano, lleno de cerveza. «Hola, somos del INAU», respondió una de las funcionarias e inmediatamente sacó de la cartera un carnet de identificación, mientras otro compañero le alumbraba con un celular.
«No, no, obviamente, les creo. No hace falta que me muestren nada. ¿Qué pasó?», dijo con absoluta tranquilidad el joven, que era secundado por el guardia.
«¿Qué tipo de evento están realizando?», preguntó la funcionaria, y casi que con un discurso armado y de memoria, el joven respondió: «Esto es un cumpleaños, una fiesta privada. Así que estamos festejando eso, nada más ni nada menos». La inspectora, con mucha diplomacia, lo miró, levantó las cejas y le dijo: «Bueno, si es una fiesta privada entonces no les vamos a pedir para ingresar, porque no nos lo permite la ley».
De fiesta.
Adentro de la casita bautizada como XX, a la que pudo entrar El País, cerca de 80 adolescentes bailaban al ritmo de la música programada desde una laptop, que estaba apoyada sobre un parlante.
Es que la casa, literalmente, estaba desprovista de objetos materiales como sillones, mesas, y cualquier tipo de muebles. De hecho, desde la pared colgaban de forma precaria una cantidad de focos que iluminaban la improvisada pista.
Afuera, además de otros 50 adolescentes que «hacían puerta», Guillermo continuaba dando explicaciones a los funcionarios del INAU y, casi sin darse cuenta, terminó admitiendo que lo que se festejaba allí no era un cumpleaños.
«Hacemos fiestas acá, pero no todos las noches, día por medio», enfatizó Guillermo, y aclaró que no se trata de nada comercial. «Somos todos amigos del colegio y amigos de amigos que nos conocemos. No cobramos entrada y tampoco entra cualquiera», se justificó.
De hecho existen ciertos códigos para ingresar a las casitas. En la mayoría de los casos, para que pueda participar de la fiesta alguien del sexo masculino, debe ser necesariamente cercano al entorno de alguno de los que habita la casa.
Sin embargo, no pasa lo mismo con las chicas, cuyo ingreso depende más, explican, del aspecto y presencia de la joven.
«De alguna forma, esto les da popularidad a los chicos. Son jóvenes, que tienen su casa alquilada de veraneo, que se las pagan sus padres y un guardia de seguridad en la puerta. Y ellos son quienes indican quiénes pueden entrar a su fiesta. Vienen jovencitas en grupos y quieren entrar», contó uno de los guardias que ayer trabajaba en la zona, para estos jóvenes.
Los adolescentes alegan que tienen seguridad contratada para evitar cualquier desmán. «La idea es que esto sea una fiestita privada, para divertirnos nosotros. El año pasado sucedió que se nos quisieron meter algunos de prepo y terminó en problemas», asegura un amigo del delegado de la casa, que se sumó a la conversación.
Cuando se los consulta sobre cómo financian la bebida y la comida los jóvenes no profundizan mucho. «Ponemos plata entre todos y nos vamos manejando».
Otros jóvenes consultados por El País afirmaron que esta movida cuenta con el apoyo (tanto de autorización como económico) de sus padres (ver recuadros), que prefieren que sus hijos festejen en una casa y en un entorno seguro, a que salgan a «bolichear».
Ese mismo discurso aplica Guillermo cuando los funcionarios del INAU les preguntan por qué prefieren esta actividad antes de salir a un centro comercial, donde está todo armado.
«Me resulta más barato divertirme en esta casa con mis amigos, donde yo me pago estadía, donde no me tengo que estresar para moverme, si me tomo un taxi… si manejo no puedo tomar el trago que estoy tomando ahora. Y me divierto con gente que ya conozco. Creo que es mucho mejor esto», concluyó, aunque reconoció el problema de la vecindad. «Creo que a mucha gente que viene a vacacionar acá esto que estamos haciendo les jode y no les gusta. Esa es la realidad. Lo admito. Pero este año tuvimos suerte, son vecinos muy buena onda. Hasta vienen sus hijas a nuestras fiestas». (Producción: V.Ruggiero y A. Roizen)
Testimonios
Guardia: «Si hay quilombo bajo la llave general»
«Estoy contratado por los padres de los gurises para encargarme de la seguridad de las fiestas que hacen en las casas. Aparte de mí hay tres personas más trabajando en la seguridad. Las casas también se las pagan los padres. Lo ven como más seguro para los chicos, que no anden en la calle, tomando, expuestos. Estamos contratado del 2 al 15 de enero. Esto está todo organizado, antes de empezar tuve reuniones con los padres, con los gurises. Se designan dos delegados de las casas y es con ellos con quienes hablo por el tema del ingreso a las fiestas. Tengo el teléfono de tres de los padres. Si hay algún quilombo tengo autorización de los padres de bajar la llave general y a dormir».
INAU: Hay un problema de evasión de impuestos
«Con que nos digan que están festejando un cumpleaños, aunque suene irónico, ya nos deja fuera de competencia. Pero la realidad es que resulta muy irónico, porque tenés flor de evento adentro de tu casa, con una cantidad de gurises afuera, y la respuesta es que estás festejando un cumpleaños. A veces nosotros les decimos, `¿nos mostrás la torta?`. Con las casitas tenés un problema de evasión de impuestos, de ruidos molestos e imposibilidad de control, porque no podés entrarles. Solo se está pudiendo hacer algo por el lado de las multas que aplica la intendencia, por ahí puede haber algún control, pero no más. Al día de hoy tenemos relevadas un total de ocho «casitas» en La Barra, que practican esta modalidad».
http://www.elpais.com.uy/vida-actual/intocables-casitas-barra-jovenes-boliches.html
…///
Etiquetado: Espectáculo Público, Fiestas Privadas, INAU, Ruidos Molestos
comentarios