Déficit del BPS y dinero en las AFAP
ISAAC ALFIE – diario El País 24/09/2012
Hay un dicho popular que suele, en ciertas situaciones, ajustarse a la realidad, “todo lo que pasa en Argentina, demora pero llega a Uruguay”. No siempre es así, tanto para las cosas buenas como para las malas y por ello entiendo que hoy estamos mejor que los vecinos. De todos modos, las noticias corren y hay un caso que me preocupa sobremanera dadas ciertas expresiones de altos funcionarios sobre posibilidades de desafiliaciones de las AFAP, con el consiguiente traspaso del dinero desde la cuenta del trabajador (propia), hacia la del BPS (de todos y de nadie), a lo que se suma una retórica propagandística, totalmente alejada de la realidad acerca de la finanzas del BPS.
FINANZAS DEL BPS. Hemos escuchado en reiteradas ocasiones a su Presidente y algún otro director expresar que el BPS tuvo superávit en algún año y ahora tiene pequeños déficits. El discurso de hace algunos años era que dicho ente tenía un enorme déficit. ¿Habrá cambiado tanto? Si así fuera, la reforma de 1995 habría sido un éxito sin precedentes. Éxito fue, pero no parece dar para tanto. Lo único real es recurrir a los estados financieros oficiales y allí encontramos una realidad totalmente distinta. Tan es así que el déficit del organismo en 2011, ascendió a unos US$ 2.175 millones, 4,7% del PIB. Seguramente el lector no entienda cómo se pueden expresar cosas tan distintas partiendo de las mismas cifras. La explicación es sencilla, las autoridades consideran como ingresos “genuinos” del BPS los impuestos afectados por ley, básicamente una parte sustancial de la recaudación del IVA y la compensación ante la derogación del Cofis. Al mismo tiempo, consideran como ingresos “normales” al sobre aporte patronal ficto que hace el Gobierno Central por sus dependientes. Antes de cuantificarlos expliquemos este último concepto. Las empresas privadas y públicas realizan su aporte patronal sobre la nómina salarial por la tasa general del 7,5%, pero los gobiernos departamentales aportan 16,5% y el Gobierno Central 19,5%. En el caso de los gobiernos departamentales el aporte, en general, es asumido por el Gobierno Central como parte de la transferencia que le realizan anualmente. En principio, la diferencia de tasas aplicadas sobre la nómina salarial nos daría el quantum del subsidio implícito; cuánto de otros impuestos hay que recaudar para traspasar ese dinero. No es exactamente ese el cálculo, porque el sector público tiene un sesgo de empleados en los llamados “servicios bonificados”, aquellos en que cada año de trabajo computa por más de uno para el cálculo de edad y años de servicio a efectos de obtener los beneficios jubilatorios.
A los efectos de la medición del resultado consolidado del sector público y desde la óptica de los efectos macroeconómicos, la anotación contable es indiferente, nada cambia, importando exclusivamente el total de dinero que sale. Eso no debe impedir, es más sería un error que lo haga, reflejar la realidad de los hechos que indica que, aun computando el pago adicional que debe hacerse como aportación patronal por los servicios bonificados, el exceso de “anotación” de estos aportes sobre la realidad supera el 50% de los que figuran como tales.
Mirados en su conjunto, del total de dinero que el BPS informa en su resumen estadístico como ingreso, un 43,5% no son ingresos genuinos del organismo, sino transferencias desde otros impuestos. El déficit total del BPS asciende a unos $ 42.000 millones de los cuales, con la corrección de aportes por servicios bonificados descrita, las jubilaciones y pensiones más sus gastos de funcionamiento asignados, representan $ 36.000 millones, el 85,7% del total. Estos $ 42.000: medidos en términos de la recaudación de IVA, que es el principal impuesto afectado para cubrir este desfasaje, representan poco más del 50% de aquella en su tasa básica. O sea, si ésta es de 22%, la mitad, 11 puntos van al BPS para cubrir su déficit ¡y sus autoridades expresan que están “en equilibrio”!
La cuenta hay que pagarla, lo que no debemos es llamarnos a engaño sobre la realidad de la situación financiera y de dónde provienen los fondos.
La cruda realidad de las cifras nos dice, además, que la asistencia al BPS medida en términos del PIB, tocó un mínimo en 2007 y que a partir de allí ha venido creciendo de manera sistemática. Es más, la proyección de este 2012 nos indica que será del orden de 1 punto porcentual del PIB mayor a la de 2007, superior incluso a la de fines de los noventa cuando se pagaba a pleno el doble costo de la transición de un sistema hacia el otro, perdiendo recaudación y costeando pasividades por el régimen previo. El agravante es que las proyecciones originales de la reforma del año 1995 indicaban una caída sistemática en la asistencia financiera, por lo menos hasta el 2017-2020.
Esta forma de presentar las cifras es tan engañosa que un ejemplo por el absurdo resulta ilustrativo. Supongamos que reformamos la Constitución o aprobamos una ley donde se establezca que toda la recaudación, por todos los impuestos, queda afectada al BPS. Al menos al principio, el superávit que este organismo mostraría sería sideral; el peligro inmediato está en que aparecerán ideas a granel de cómo utilizarlo.
Lo que no entiendo es cómo el resto de los directores no se expresan, dejando como única voz a quienes utilizan un método de medición engañoso que distorsiona la real situación y, por tanto, deja a la opinión pública con un concepto tan errado, que la puede inducir a tomar decisiones desacertadas, cuya influencia en el mediano plazo sea muy negativa.
EL “BOTÍN”. Los trabajadores han acumulado en sus cuentas individuales que administran las AFAP, fondos por unos US$ 8.700 millones, cerca de 19% del PIB. Este dinero les pertenece. Todos sabemos lo que sucedió en Argentina hace cuatro años cuando el gobierno tomó esos fondos y año a año los viene utilizando. Como es obvio, el problema no es mientras lo hace, sino en el futuro cuando haya que pagar y no esté el dinero. Se recurrirá a los impuestos corrientes, entre ellos la inflación. De las expresiones públicas está claro que una parte del gobierno no está de acuerdo con el sistema de ahorro, si me apuran, la mayoría en términos de votos en el Parlamento, pero otra parte sí lo está. Dada su mayoría parlamentaria todos apostamos a la capacidad de veto de los sectores que defienden el sistema y, de hecho, a lo largo de estos años han tratado de flexibilizarlo para un mejor funcionamiento. De todas maneras no podemos perder de vista la masa de dinero en juego.
Sobre la bondad o no del sistema, las cifras hablan por sí solas. En 16 años la tasa de rendimiento real (por sobre el aumento de precios) fue del 9,6% anual y medida en dólares del 12,2%. Los administradores han demostrado pericia en el manejo y los aportantes agradecidos. Bajo circunstancias normales, las pasividades que servirán serán muy superiores a las del sistema de reparto. Se dice que la gente ha sido engañada y debe poder pasarse al BPS si desea. Seguramente existieron casos donde los cálculos presentados no eran correctos e indujeron al error a algunas personas. De hecho, ya hubo más de una oportunidad de vuelta atrás (creo que tres). Hoy día, deben ser escasísimos los casos y, en todo caso se podrían presentar ante la autoridad regulatoria, el BCU, a plantearlos ya que si no estoy errado tiene facultades para habilitar el cambio, y si no las tiene, se le podría otorgar. Dado el manejo del tema, mucho me temo que de otra manera, el engaño desde el sector público, utilizando el dinero de los impuestos, resulte mucho peor.
Otorgarle libertad de elegir a la gente siempre es buena cosa. Las personas saben mucho mejor que cualquier burócrata lo que es bueno o malo para ellas, pero no debemos olvidar que aquí hablamos de previsión social y seguros colectivos, y aplicando el criterio anterior hasta podríamos dar la opción de si usted quiere aportar o no. No son así las cosas en estos casos.
Desde esta columna he abogado por mayor competencia a la hora de la prestación final (la jubilación). En teoría se podría otorgar la posibilidad a quien se retira de comprar la renta vitalicia con una compañía de seguros o pasar el dinero al Estado y que éste le sirva la renta. Se corre el riesgo de la demagogia de los gobernantes de turno o el incentivo a tomar el dinero ahorrado ahora, prometiendo una renta no acorde con el capital. Ciertamente, no parece lógico reformar el sistema en este sentido.
…///
…///
Etiquetado: AFAP Desafiliación, Aporte Patronal Estado, Desinformación
comentarios